En los éxitos de un deportista casi siempre encontramos una familia que
lo apoya incondicionalmente y que hace esfuerzos y sacrificios para que
logre alcanzar sus metas.
¿Cuáles son las ventajas?
Jugar y hacer cosas divertidas en familia o practicar un deporte
tiene efectos muy positivos en la cohesión del grupo y en el equilibrio
físico, emocional y social. Al jugar juntos nos conocemos mejor,
logramos expresar y comunicar espontáneamente nuestros pensamientos y
estrechamos los vínculos afectivos.
Además, desarrollamos la empatía, es decir, la capacidad de ponernos
en el lugar del otro, la cooperación y la posibilidad de compartir
intereses. Está comprobado que hacer parte de un equipo fortalece la
honestidad, evita el aburrimiento y establece disciplina.
Durante la práctica de un deporte o simplemente jugando por diversión
podemos demostrar afecto y consideración, expresar molestia o enojo y
hasta hacer alianzas transitorias, pues la familia es el contexto que
nos lo permite, siempre y cuando exista comprensión y apertura hacia las
ideas de los demás. En el proceso de aprender a controlar la ira, esto
resulta excelente y debe ser aprovechado para que los chicos desarrollen
autocontrol y logren manifestar su frustración sin lesionar a otras
personas, sin destruir objetos y sin hacerse daño a sí mismos.
Debido a que el juego es una de las actividades preferidas por niños y
jóvenes se convierte en un excelente me dio de unión familiar y de
prevención de actividades poco saludables. Reduce, por ejemplo, el
tiempo de dedicación a la televisión y a los videojuegos y sirve para
que los niños aprendan a administrar su tiempo de ocio.
Y cuando varios miembros de la familia se dedican a los deportes se
crea un buen ambiente con oportunidades para compartir, ayudarse y
ampliar las relaciones sociales al hacer parte de un equipo o participar
en competencias.
Mientras jugamos en grupo estamos comunicando y transmitiendo valores
y sanas formas de relacionarnos con los demás, pues las actividades
deportivas son especialmente buenas para socializar. Por ejemplo,
aprendemos a esperar el turno, a ser honestos, nos volvemos más
tolerantes, aprendemos a perder y a disfrutar con la ganancia del otro y
a competir manteniendo una actitud positiva. Todo este aprendizaje debe
iniciarse en el contexto familiar y desde edad temprana para que se
refleje en nuestro comportamiento social más adelante.
Los padres pueden lograr un mejor conocimiento de sus hijos si los
observan en el juego libre o mientras practican su deporte preferido.
Allí pueden darse cuenta si son competitivos o colaboradores, si se
vuelven agresivos, cuál es su capacidad para buscar soluciones y tomar
decisiones, si no acatan las reglas o si se dejan vencer fácilmente.
También escucharán sus comentarios y opiniones acerca de las técnicas
del juego, lo que piensa de las reacciones y comportamientos de los
otros y el valor que tiene para ellos la competencia. Pero, no se trata
solamente de verlos jugar, lo mejor es participar e involucrarse con los
hijos en un deporte, motivándolos, sin presionarlos ni obligarlos, para
evitar que terminen abandonando la actividad.
Hacer planes juntos, como ir a jugar fútbol, pasear en bicicleta o
escalar hacen sentir a los hijos partícipes de las decisiones familiares
y les permite asumir retos y responsabilidades. Por ejemplo, levantarse
temprano y salir a tiempo para ir a un partido, encargarse del cuidado
de elementos como bates, pelotas, patines y uniformes, organizar
horarios para cumplir con los deberes escolares y sus otras actividades,
etc.
Buena actitud para disfrutar
Juego y deporte deben considerarse como actividades divertidas que
nos deben producir placer. Es fundamental que los niños aprendan que,
aún en competencias, hay que mantener una buena actitud, saber disfrutar
y evitar el estrés. Cuando alguien no sabe perder o no puede admitir
que otros sean mejores termina por alterar la armonía que debe existir
en un grupo. En cambio, si hacen su mejor esfuerzo, si aceptan sus
reales capacidades y habilidades y persisten para superar las
dificultades, van a mejorar su autoestima. Lo fundamental es que las dos
actividades sirvan para fortalecer las relaciones familiares y sean una
valiosa herramienta en el proceso educativo.
Tomado de:http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/educacion/las-ventajas-del-juego-y-el-deporte-en-familia_12336953-4
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